Cuando voy a preparar los alimentos que quiero vender, siempre pongo especial atención en el embalaje que voy a utilizar, especialmente en el embalaje de frutas, ya que este afecta enormemente a la calidad final del producto que recibirá mi cliente.
Hay muchos tipos distintos de embalajes. Cada uno cumple su función y hay que saber cuándo utilizar unos u otros para que los alimentos se mantengan frescos y protegidos y, además, cumplan con las normas de higiene alimentaria.
Estos embalajes pueden ser bolsas, mallas, cajas de papel o cartón, cestas o bandejas, entre otros. Además, también elijo un precinto de calidad que me dé la seguridad de que mis alimentos permanezcan bien sellados y protegidos ante posibles aperturas accidentales.
Particularmente, en el embalaje de frutas, una opción económica y práctica son las cajas y bandejas, tanto de cartón como de nexpan. Las hay en diferentes colores y tamaños y, por lo tanto, puedo elegir fácilmente aquellas que se adapten mejor a la imagen de mi empresa.
También suelo disponer de bolsas de polietileno o rafia, pues son una opción muy cómoda para que mi cliente pueda llevarse a casa aquello que me ha comprado.
Por otro lado, tampoco hay que olvidar las etiquetas, ya que estas me ayudan a que mi cliente identifique aquellas características que hacen de mi producto algo único, y así de esta manera, me diferencio del resto de la competencia.
Y otro producto que también suelo utilizar en mis embalajes son las mallas para cubrir las cajas, cestas o bandejas. Estas aportan una protección extra y también ayudan a que los alimentos se mantengan frescos.
Todas estas opciones que puedo utilizar y que, además, son bastante económicas, contribuyen a la creación de una mejor imagen y calidad de mi empresa y marca.